Muchas veces no nos damos cuenta del peso infinito de nuestros pecados. Solo Jesucristo puede deshacerse de él, y lo hizo cargándolo sobre Sus espaldas.
Decidió acoger en Su Sagrado Corazón todo el fuego del Infierno eterno que nos esperaría sin Su Sacrificio. Y las consecuencias de todo el mal realizado por toda la Humanidad no bastaron para consumirlo.
No dejemos que un Amor tan grande se desperdicie.
Amén
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