Dulce Madre, ante tu presencia me postró y desde el fondo de mi corazón te digo: "Conduceme al puerto de salvación. Enseñame los caminos de la vida eterna. Ayúdame a evitar los pasos peligrosos. Llevame de la mano por los senderos de la justicia. Sostenme cuando esté punto de caer. Levantame cuando caigo. Reprendeme, como Madre tierna y amorosa cuando me equivoco y castigame amorosamente por las faltas que cometo". Tratado de la verdadera devoción.