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Prócula, también conocida como Claudia, fue la esposa de Poncio Pilato, gobernador de la provincia romana de Judea entre los años 26 y 36. Según la tradición, Claudia tuvo un sueño poco antes de la pasión de Jesucristo, en el que se veía pidiéndole al gobernador que liberara a Jesús. Se dice que Claudia era una descendiente de Marco Antonio y Octavia, hermana de Augusto, y que creció entre las intrigas, los excesos y la sofisticación de la corte imperial romana.
Claudia y su vida como consorte de Pilato son desconocidas hasta que intercede ante él en favor de Jesús. Esto se menciona de manera fugaz en el Nuevo Testamento, en unas líneas que aparecen en el Evangelio de San Mateo: “Mientras él estaba sentado en el tribunal, le mandó a decir su mujer: «No te metas con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por su causa.» (Mateo 27:19).
En la actualidad, Prócula es considerada una santa en las Iglesias Católicas Orientales. Se dice que fue novicia de Isis pero que posteriormente se convirtió al catolicismo. Esta creencia se remonta a los primeros días de la Iglesia, como lo atestigua Orígenes en su Comentario sobre el Evangelio de Mateo. Orígenes sugirió que Dios le envió el sueño como un mensaje para que se convirtiera.
En la carta apócrifa (y ciertamente no auténtica) de Pilato a Herodes, nombra a su esposa como Prócula y menciona las “apariciones” que tuvo. Esto denota a un Poncio Pilato más arrepentido.
Una tradición piadosa sostiene que el sueño de Claudia fue la visión de innumerables cristianos, quienes recitaban y cantaban el Credo en Latín “…y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato…”. Esto conmovió a Claudia lo suficiente como para interceder ante Pilato en nombre de Cristo. A pesar de que sabemos poco sobre el contenido de su sueño, la devoción de Claudia hacia el Señor es un ejemplo de fe y de amor para todos los seguidores de Cristo.
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Con información de Proyectoemaus.com
