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¿Cómo fortalecer mi fe católica en tiempos de crisis?

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¿Cuál es el papel del sacerdote en la Iglesia Católica y cómo se diferencia del sacerdocio común de los fieles?

El sacerdote es un hombre de Dios, entregado para servir a su comunidad y ofrecer una vía de comunicación entre los hombres y Dios.

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Eduardo Verástegui y Jim Caviezel
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Este ser humano debe ser ajenos a los placeres terrenos, miembro de todas las familias pero sin ser de ninguna en particular.

A su vez, debe ser capaz de compartir los sufrimientos de todos, conocer los secretos de cada persona, perdonar cualquier ofensa y llevar las oraciones de la comunidad hacia Dios.

La tarea del sacerdote es verdaderamente admirable, ya que debe ser capaz de enseñar, perdonar, consolar y bendecir siempre.

El sacerdote es un representante de Dios en la Tierra y, como tal, debe ser respetado y venerado.

El sacerdocio ha sido instituido por Jesucristo en la Ultima Cena y su papel es crucial para la comunidad católica.

Los sacerdotes son un don de Dios para su pueblo, a través de ellos se realiza el Sacramento de la Nueva Ley.

La palabra sacerdote significa “mediador autorizado” entre los hombres y Dios.

Los sacerdotes son miembros especiales de la comunidad cristiana, que han respondido al llamado de Dios y se han entregado a Él.

El sacerdocio es una vocación que exige una entrega total, como la que hizo San Francisco de Asís, cuando el Señor le dijo “Ve, Francisco, y reconstruye mi casa”.

Los sacerdotes son elegidos por Dios y sus secretos más íntimos han sido revelados por Él.

El sacerdocio de los fieles y el sacerdocio ministerial son los dos tipos de sacerdocio en la Iglesia Católica.

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El sacerdocio ministerial es diferente del sacerdocio común de los fieles, ya que los ministros del sacerdocio ejercen el sacrificio eucarístico en nombre de toda la comunidad.

Por otro lado, los fieles participan en la eucaristía ofreciendo oraciones y acción de gracias.

A su vez, el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial están relacionados entre sí.

Jesucristo es el Sumo Sacerdote y el único mediador entre Dios y los hombres.

Su sacrificio en la Cruz fue la ofrenda perfecta que acabó con la necesidad de los antiguos sacrificios en el Antiguo Testamento.

Como resultado, no es necesario el antiguo sacerdocio.

El sacrificio de la Santa Misa continúa ofreciendo el mismo sacrificio de Jesucristo en la Cruz, permitiéndonos ofrecer nuestras vidas y unirnos a Él.

El sacerdocio del Nuevo Testamento es superior al del Antiguo Testamento porque quien se ofrece es Cristo, quien es Dios y hombre.

Todo cristiano bautizado tiene la capacidad de ser sacerdote.

La fe católica enseña que todos los bautizados son sacerdotes, ya que forman parte del Cuerpo Místico de Cristo y deben ofrecer sus vidas al Padre como una ofrenda continua.

El bautismo es el inicio de esta relación, pero debe ser alimentado y cultivado a través de la participación en la liturgia de la Iglesia y el recibimiento de los sacramentos.

En resumen, el sacerdote es un hombre que vive para Dios y su comunidad.

Su tarea es llevar las oraciones de la comunidad al Altísimo, conocer sus necesidades, perdonar sus ofensas y ofrecer una palabra de aliento y consuelo.

El sacerdocio es una vocación divina, un llamado para servir a Dios y a su pueblo.

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El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial se complementan para permitir una mayor unión con Dios y el ofrecimiento de nuestras vidas como ofrenda continua.

Todos los creyentes, de alguna forma, pueden ser sacerdotes cuando ofrecen sus vidas a Dios de manera desinteresada.

Los sacerdotes son un don de Dios para su pueblo, un tesoro inestimable que siempre debemos respetar y venerar.

Con información de Corazones.org