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¿Cómo influencia la religión católica en la vida cotidiana de los hispanohablantes?

https://www.corazones.org/oraciones/oraciones_espiritu_santo/a_oracion_espiritu_santo.htm

¿Cuál es el papel del sacerdote en la Iglesia Católica y cómo se diferencia del sacerdocio común de los fieles?

Ser un sacerdote es vivir en este mundo sin ambicionar sus placeres, es ser parte de cada familia sin pertenecer a ninguna en particular.

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Eduardo Verástegui y Jim Caviezel
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Es compartir todos los sufrimientos, penetrar en todos los secretos, perdonar todas las ofensas, ir del hombre a Dios y ofrecer sus oraciones, para regresar de nuevo al hombre y llevar perdón y esperanza.

Ser sacerdote es tener un corazón ardiente por la caridad y un corazón de bronce para la castidad.

Es enseñar, perdonar, consolar y bendecir siempre.

No hay duda de que ser sacerdote de Jesucristo es una gran vocación.

Ante la presencia del sacerdote, escuchamos la voz de Dios en nuestros corazones diciéndonos: “Con toda tu alma, reverencia al Señor y venera a sus sacerdotes.

Con todas tus fuerzas, ama al que te hizo y no abandones a sus ministros”.

Los sacerdotes son elegidos y se nos han dado como un regalo.

Son amigos de Dios, nuestros hermanos y los secretos de su corazón les han sido dados.

¿Qué sería de nosotros sin nuestros sacerdotes? ¿A dónde iríamos y quién nos daría el alimento espiritual si no fuera por ellos? Creemos en la Palabra eterna de Dios Uno y Trino, y junto con nuestros sacerdotes celebramos las misas y vivimos en su amor, moviéndonos y existiendo en él.

Un sacerdote es un amante de Dios, un amante de los hombres y un hombre santo porque camina delante del rostro del Altísimo.

Él lo entiende todo, perdona todo y lo abarca todo.

Su corazón está perforado, como el de Jesús, con la lanza del amor.

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El corazón del sacerdote es un recipiente de compasión y un cáliz de amor.

Es el lugar de encuentro del amor humano y divino.

Un sacerdote es un hombre cuyo objetivo es ser otro Cristo, que vive para servir y se ha crucificado a sí mismo para poder ser exaltado y atraer a todos hacia Cristo.

Él es un hombre enamorado de Dios y es el regalo de Dios para el hombre y del hombre para Dios.

Un sacerdote es el símbolo de la Palabra hecha carne.

Es la espada desnuda de la justicia de Dios, la mano de la misericordia de Dios y el reflejo del amor de Dios.

En este mundo, nada es más grande que un sacerdote, excepto Dios mismo.

La definición de la palabra “sacerdote” es un mediador autorizado para ofrecer sacrificios a Dios en reconocimiento de su supremacía y en expiación por los pecados.

Muchas religiones paganas tienen sacerdotes que ofrecen sacrificios según sus conceptos de la divinidad.

Sin embargo, Dios se reveló a Israel como el Único Dios verdadero y prohibió la idolatría en el primer mandamiento.

Los sacerdotes de Israel debían ofrecer sacrificios solo a Dios.

A diferencia del profeta que comunica el mensaje de Dios a los hombres, el sacerdote es un mediador de los hombres ante Dios.

El sacerdocio común de todos los fieles bautizados es diferente del sacerdocio ministerial.

El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico están ordenados uno al otro, aunque cada uno participa de forma peculiar del sacerdocio de Cristo.

Su diferencia es esencial y no solo es gradual.

El sacerdocio ministerial, en virtud de la sagrada potestad que posee, modela y dirige al pueblo sacerdotal, efectúa el sacrificio eucarístico ofreciéndolo a Dios en nombre de todo el pueblo.

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Los fieles, en cambio, participan en la oblación de la eucaristía, en la oración y acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la abnegación y caridad práctica.

En el Nuevo Testamento, Cristo es Dios y hombre y es el definitivo Profeta y Sacerdote de la Nueva Alianza.

Dios lo ha dicho y hecho todo en su Hijo, quien como hombre, eterno y Sumo Sacerdote, se ofreció a sí mismo una vez y por todas en la Cruz.

Él es al mismo tiempo sacerdote y víctima de valor infinito y, por lo tanto, su sacrificio acaba con la necesidad de los antiguos sacrificios que debían repetirse constantemente.

Al no necesitarse los antiguos sacrificios, tampoco se necesita el antiguo sacerdocio.

Hay un solo sacerdocio porque hay un solo sacrificio.

Teniendo tal Sumo Sacerdote que penetró los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, debemos mantener firmes la fe que profesamos.

En resumen, el sacerdote es un hombre llamado a ser como Cristo.

Él es un mediador entre los hombres y Dios, un amante de Dios y un amante de los hombres.

Los sacerdotes son un regalo de Dios para el hombre y del hombre para Dios.

Ellos son símbolos de la Palabra hecha carne, la espada desnuda de la justicia de Dios, la mano de la misericordia de Dios y el reflejo del amor de Dios.

En este mundo, nada es más grande que un sacerdote, excepto Dios mismo.

Con información de Corazones.org