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¿Cómo podemos seguir el ejemplo del Padre Pío en el ministerio de la confesión y la misericordia con nuestros hermanos pecadores?
El quinto día de la novena al Santo Padre Pío de Pietrelcina está dedicado al mártir de la confesión.
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Eduardo Verástegui y Jim Caviezel
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El Padre Pío era conocido por su gran amor y dedicación a la limpieza del alma a través del sacramento de la confesión.
La vida de este pequeño fraile se centraba en su ministerio de la penitencia, en el que deseaba que todas las almas quedaran limpias de impurezas.
El Padre Pío era un hombre muy disciplinado y trabajador.
Comenzaba su día a las 2:30 de la mañana con sus oraciones y preparación para la misa.
A pesar de su apretada agenda, el Padre Pío dedicaba mucho tiempo al apostolado de la confesión, el cual era su principal objetivo.
Su jornada de trabajo duraba alrededor de 19 horas, entre misa y confesiones.
A pesar de que vivió en el monasterio de San Giovanni Rotondo, el Padre Pío siempre mantuvo su espíritu franciscano de pobreza, desprendimiento y castidad.
Su comportamiento fue modesto, y nunca tuvo ningún día libre a lo largo de sus 51 años de agotador programa, ni siquiera para descansar o disfrutar de algún tipo de comodidad.
Además, nunca leyó periódicos o escuchó la radio, y advertía a sus hijos espirituales acerca de ver televisión.
El Padre Pío reconcilió a miles de hombres y mujeres con su fe a través del Sacramento de la Reconciliación.
En el confesionario, él desempeñó su paternidad con fuerza y ternura.
Por un lado, era severo y exigente con los penitentes curiosos e hipócritas, mientras que por otro lado, era inflexible con los pecados que iban en contra de la vida, la blasfemia o las transgresiones del precepto de la misa festiva.
Aunque podía ser duro y exigente, el Padre Pío siempre mostraba la infinita misericordia del Señor en el confesionario.
Era un mártir del confesionario, capaz de sacudir corazones empedernidos y de llevar a los penitentes hacia el perdón sacramental.
Para él, las almas no se daban como regalo, sino que se compraban con un alto costo.
Cerraba la ventanilla del confesionario en las narices de los penitentes, e incluso les gritaba para hacerles entender la gravedad de sus pecados.
Pero lo hacía siempre con la finalidad de llevarlos hacia el perdón divino.
La oración para el quinto día de la novena al Padre Pío nos invita a reflexionar sobre su amor a la confesión.
El Padre Pío fue un mártir del confesionario que dedicó toda su vida y su trabajo al ministerio de la penitencia.
Él fue una luz que guiaba a las almas hacia el Cielo, y que ayudaba a los penitentes a encontrar la sanación a través del sacramento de la reconciliación.
En conclusión, la novena al Padre Pío de Pietrelcina es una oportunidad para conocer la vida y la obra de este humilde fraile capuchino.
A través de su ejemplo, podemos encontrar la fe y la esperanza para enfrentar todas las pruebas de la vida.
El Padre Pío nos muestra la importancia de la confesión y del perdón sacramental, y nos invita a buscar siempre la limpieza del alma como una forma de acercarnos a Dios.
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