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¿Por qué el apóstol Tomás es más conocido por su incredulidad que por su predicación y profesión de fe en Jesucristo?
El hecho de que el apóstol Tomás sea más conocido por su incredulidad que por su contribución al nacimiento de la Iglesia resulta sorprendente.
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Este aspecto ha resonado tanto en la historia que su lógica “yo como Santo Tomás, hasta no ver no creer” se ha convertido en un comodín en el lenguaje ordinario.
Sin embargo, su alcance en la predicación del evangelio es notable.
Posiblemente, fue uno de los apóstoles que llegó más lejos, evangelizando en Persia y en el sur de la India, fundando las Iglesias de Kerala y Sri Lanka.
De hecho, su legado se ve manchado por los atentados terroristas ocurridos durante la celebración del domingo de resurrección en la que cientos de fieles que se encontraban celebrando la pascua y acompañando a muchos niños en su primera comunión, encontraron la muerte.
No solo llegó muy lejos en términos geográficos sino también en la profesión de su fe.
Los evangelios recogen la profesión de fe de los apóstoles y de las personas que poco a poco van descubriendo la identidad de Jesucristo.
Y por eso llegan a decir de Él: “Tú eres el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios, el Salvador del Mundo”.
No obstante, el apóstol Tomás fue más allá en su profesión de fe, llegando al punto de dudar y expresando delante de Jesús: “Señor mío y Dios mío”.
Su confesión de fe no fue impersonal, sino que fue cargada de alabanza, admiración y humildad.
Peter le dijo a Jesús: “Tú eres el Cristo”; sin embargo, Tomás le dijo: “Tú eres mi Cristo”.
Resulta paradójico que se le conozca y se le cite más por su incredulidad que por el alcance de su predicación y la profundidad de su profesión de fe.
Quizá esta paradoja se deba a que nos identificamos con Tomás en la duda.
No es fácil creer en Dios y encontramos muchas dificultades para comprender el misterio de Dios.
Llega el momento que nos estancamos en la vida cristiana cuando no logramos comprender y explicar con nuestros propios conceptos el misterio de Dios.
Queremos meter en nuestra propia lógica un misterio que no puede ser asimilado de esa manera.
Hay dudas sobre Dios que tienen una motivación intelectual, porque quisiéramos entender con nuestros conceptos y a la manera humana todo lo que se relaciona con Dios.
Pero, quizás, las dudas más fuertes y más difíciles de superar son las que tienen su origen en los dolores del alma.
Cuesta trabajo aceptar y creer en Dios cuando hemos sido heridos, cuando no superamos muchos acontecimientos dolorosos de nuestra historia, cuando no aceptamos lo que nos toca vivir y cuando consideramos que no merecemos el sufrimiento que nos acontece.
Nos alejamos de Dios no porque no creamos en Él, sino porque en el fondo estamos enojados con Él y le reprochamos lo que hemos vivido.
De manera inconsciente, pretendemos castigar a Dios con nuestra indiferencia y lejanía por las situaciones que nos resultan inaceptables en la vida.
Es esencial que sigamos el proceso de Tomás y no nos estanquemos en la indiferencia.
Debemos continuar nuestro proceso para lograr una respuesta que, como Tomás, no será una palabra o una teoría bien elaborada, sino una presencia que irradiará su luz y nos llenará de amor y consuelo para llegar a decir: “Señor mío y Dios mío”.
“Estaba equivocado, Señor.
¿Quién soy yo para desconfiar de ti y dudar de tu amor y misericordia?”.
Resulta sorprendente que aquel hombre que había sanado a tantos enfermos y había cicatrizado tantas heridas abiertas en el cuerpo y en el alma se apareciera resucitado de entre los muertos con las heridas que le causaron nuestros pecados.
Tomás responde de esa manera cuando descubre a qué precio nos ama Dios y de qué forma nos rescata del poder del pecado y de la muerte.
Las heridas en Jesús resucitado están visibles para que creamos en el amor de Dios y agradezcamos la misericordia que ha tenido con nosotros.
Creer en Dios no es un acto simplemente intelectual, sino un acto de amor y de agradecimiento por todo lo que tuvo que pasar por nosotros.
Debemos pasar de la lógica de Tomás a su profesión de fe para que también nosotros lleguemos lejos y profundo en la profesión de nuestra fe cristiana y católica.
Las siguientes preguntas pueden ayudarnos a profundizar y reflexionar sobre el tema:
1. ¿Por qué se conoce más al apóstol Tomás por su incredulidad?
R: Porque en el lenguaje ordinario se suele citar su lógica: “Yo como Santo Tomás, hasta no ver no creer”.
2. ¿Qué significa el alcance de la predicación del apóstol Tomás?
R: Llegó muy lejos a nivel geográfico evangelizando en Persia y en el sur de la India fundando las Iglesias de Kerala y Sri Lanka.
3. ¿Qué diferencia a la profesión de fe del apóstol Tomás con la de los demás apóstoles?
R: Llega a expresar delante de Jesús: “Señor mío y Dios mío”, lo que demuestra una profunda admiración y humildad.
4. ¿Por qué resulta paradójico que se cite a Tomás por su incredulidad y no por su profesión de fe?
R: Quizá nos identificamos con Tomás en la duda, lo que no nos permite comprender y explicar el misterio de Dios, pero hay que seguir nuestro proceso como él.
5. ¿Por qué creer en Dios no es solo un acto intelectual?
R: Creer en Dios es también un acto de amor y agradecimiento por todo lo que tuvo que pasar por nosotros, demostrado en las heridas de Cristo resucitado.
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Con información de es.catholic.net