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¿Cuáles son las cinco etapas para atravesar un matrimonio y fortalecer las familias?

¿Cómo mantener el amor en un matrimonio exitoso a lo largo de las diferentes etapas que atraviesa?

Un matrimonio exitoso demanda enamorarse en repetidas ocasiones, eternamente, de la misma persona.

Si cuestionamos a cualquier pareja que ha estado junta durante décadas de matrimonio, seguramente concordarán con esta afirmación.

Atravesar numerosas etapas y superar cualquier obstáculo que se presente, siempre manteniendo el amor en el matrimonio.

La clave para sobrellevar los momentos difíciles de cada una de las etapas por las que atraviesan los matrimonios, es no permitir que los días complicados los distancien, sino que los unan aún más a su cónyuge.

La relación matrimonial, a lo largo de su existencia, atraviesa diferentes etapas que están determinadas por las circunstancias que viven en ese momento y también por el crecimiento personal de cada uno de los cónyuges.

Cada etapa tiene sus ventajas y desafíos.

Lo interesante es que este proceso es en cierta medida predecible y, por lo tanto, puede ayudar a que las parejas se preparen para enfrentar cada una de ellas.

Aunque no hay pautas generales, es cierto que existen ciertos factores tanto externos como internos que determinan condiciones especiales; por ejemplo, no es lo mismo estar recién casados y sin hijos que llevar veinte años de matrimonio y tener hijos jóvenes.

A continuación, presentamos cinco etapas por las que suelen pasar los matrimonios:

1.

Período de transición y adaptación.

Esta fase ocupa aproximadamente los tres primeros años de matrimonio.

Es un momento fundamental, ya que durante este tiempo se establecen las bases de la relación.

Durante esta etapa, la pareja se adapta a un nuevo estilo de vida, por lo que la comunicación y la negociación son clave.

Es importante que los cónyuges desarrollen un proyecto familiar en el que visualicen el futuro y establezcan metas para alcanzar.

Algunos aspectos importantes a resolver en este período de ajuste son independizarse de las familias de origen para lograr la autonomía necesaria para afrontar las siguientes etapas, tener paciencia, confianza, tolerancia y apoyarse mutuamente, establecer reglas de intimidad y discutir sobre gustos y preferencias, así como aquellas situaciones que resulten desagradables para cada uno.

También es momento de tomar decisiones y llegar a acuerdos.

2.

Establecimiento y llegada de los hijos.

Esta etapa generalmente ocurre entre los tres y los diez años de matrimonio.

La etapa de luna de miel y adaptación ha finalizado, y existe un mayor conocimiento mutuo, lo que puede resultar en desacuerdos más frecuentes o, en contraste, en una mayor madurez adquirida durante los primeros años de convivencia.

Durante esta fase, los esposos se afianzan en su relación y el amor está más basado en la razón que en el sentimentalismo.

La voluntad juega un papel importante en el compromiso y la comprensión mutua.

Por lo general, durante esta etapa, la mayoría de las parejas tienen hijos, lo que implica desafíos diferentes y una nueva organización de roles.

Es importante que los cónyuges eviten que la dedicación que requieren los hijos desplace la relación de pareja, así como también atender a los compromisos laborales y las demandas diarias sin que esto genere un distanciamiento gradual.

3.

Transformación.

Esta etapa suele darse entre los diez y los veinte años de matrimonio y puede coincidir con la pubertad de los hijos y la edad mediana de los cónyuges.

La edad mediana marca un período de reflexión y renovación en la vida de las personas, por lo que es importante que el matrimonio se encuentre en un estado saludable y que cada uno de los cónyuges afronte individualmente esta etapa de la mejor manera posible para que no se convierta en una amenaza para la estabilidad matrimonial.

Asimismo, los esposos deben asegurarse de que las dificultades que surjan como resultado de la crianza de los hijos no afecten la unión conyugal.

Durante esta etapa, es fundamental que los esposos sean creativos, eviten caer en rutinas monótonas, se redescubran como pareja y vuelvan a conectar.

También deben recuperar los detalles, compartir actividades que ambos disfruten y tener tiempo a solas, sin los hijos.

4.

Estabilización y “Nido vacío”.

Esta etapa se presenta entre los veinte y los treinta y cinco años de matrimonio.

Según el autor Francisco Castañera, cuando las parejas han logrado resolver conflictos y crisis en las etapas anteriores, este período se convierte en una oportunidad para alcanzar un mayor desarrollo y realización personal, tanto individual como de pareja.

Por lo general, durante esta etapa, los hijos han dejado el hogar, lo que implica una nueva forma de vida para la pareja.

Algunas personas pueden experimentar sentimientos de tristeza debido a la separación de los hijos y a la sensación de soledad.

Sin embargo, esto es algo que los padres logran superar con el tiempo.

Lo valioso de esta etapa es la solidez y el conocimiento pleno de la pareja, la capacidad de dialogar, tolerar las diferencias, reírse de los errores mutuos y emprender juntos nuevas actividades.

Es una oportunidad para reafirmar la creatividad y encontrar nuevos desafíos en la vida matrimonial.

5.

Envejecer juntos.

Esta etapa comienza después de los treinta y cinco años de matrimonio.

Algunas personas se jubilan y disponen de más tiempo para disfrutar el uno del otro.

Durante esta etapa, se realizan actividades que antes eran imposibles debido a las responsabilidades laborales, y surge una gran motivación: los nietos.

Estos pequeños brindan alegría y felicidad al matrimonio en esta etapa.

Los cónyuges, en este momento, necesitan apoyo y cariño el uno del otro.

Los conflictos son menos frecuentes y la mayoría de las parejas han establecido límites de poder y mayor intimidad.

Para concluir, citaremos las palabras de Francisco Castañera: “Este proceso nos lleva a reflexionar sobre la importancia de valorar la calidad y cantidad de intimidad, apoyo y cariño que ofrecemos a nuestra pareja durante todo nuestro matrimonio, en lugar de esperar hasta la última etapa cuando el final está cerca”.

Cuando las parejas atraviesan cualquiera de estas etapas, las oraciones matrimoniales pueden brindar fortaleza, unidad, consuelo y tranquilidad, ya que así como las tensiones de la vida pueden poner a prueba el vínculo matrimonial, también pueden fortalecerlo.

Oh Padre celestial, acudimos a tu presencia, tú que eres la fuente del amor más puro, para agradecerte por todo lo que has hecho y sigues haciendo en nuestras vidas y en nuestro matrimonio.

Anhelamos que derrames poderosas bendiciones en nuestro matrimonio, pidiendo una unión más fuerte en nuestra alianza conyugal.

Buen Padre, danos la capacidad de ser una unidad frente a ti sin permitir que nada se interponga entre nosotros.

Ayúdanos a identificar y trabajar en aquellas áreas de nuestras vidas que no son gratas a tus ojos y que impiden la formación de una sólida unión.

Permítenos alcanzar constantemente niveles más altos de unidad en nuestro matrimonio, tanto espiritual, como física y mentalmente.

Confiados en que estás a cargo de nuestra vida, sabemos que estás actuando en este momento y pronto podremos darte un mayor fruto de esta fiel unión.

Lo pedimos en el nombre de Jesucristo.

Amén.