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El que hablará no seréis vosotros, sino el Espíritu de vuestro Padre.

¿Estás dispuesto a dar testimonio de tu fe, incluso si eso conlleva ser perseguido por causa de Jesús?

El Evangelio de Mateo 10, 17-22 relata las palabras de Jesús a sus discípulos en las que advierte sobre los peligros que enfrentarán por su causa, incluyendo entregas a los tribunales, azotes y comparecencias ante gobernantes. Jesús les insta a no preocuparse por lo que dirán en tales momentos, ya que el Espíritu de su Padre hablará por ellos.

El pasaje del Evangelio nos recuerda la constante lucha entre la luz y la oscuridad, como lo vemos en la historia de San Esteban, cuya muerte fue provocada por su fe. De acuerdo con las palabras del Apóstol Pablo, el peligro de hablar de Dios y su verdad es constante y, siendo Dios en el mundo, la mismísima existencia de Jesús estuvo marcada por el peligro desde su concepción hasta su muerte.

San Esteban, cuya celebración se da un día después de Navidad, nos ayuda a comprender la profundidad de esta paradoja. Las tinieblas no pueden recibir la luz, ya que la luz no cabe en la oscuridad. Orígenes expresa que las tinieblas intentan incluso matar al Logos para evitar asumir su grandeza. La aceptación de la luz requiere que las tinieblas mueran a sí mismas, dejando de ser pura oscuridad para permitir que la luz brille en ellas.

Al enfrentar la persecución y la muerte, san Esteban encarna el ideal de vivir para Dios en lugar de para uno mismo, tal como lo muestra su rostro angelical al momento de su martirio, reflejando la transformación que se produce al abrazar la luz y dejar atrás la oscuridad.

En resumen, el pasaje del Evangelio es un recordatorio de los desafíos que enfrentan aquellos que viven y proclaman la verdad de Dios en el mundo. La vida y la muerte de San Esteban ejemplifican cómo la luz confronta y desafía a la oscuridad, ofreciendo un modelo de entrega y transformación a través de la aceptación de la divina luz.

Con información de alfayomega.es | Foto Créditos: alfayomega