¡Que su valiente testimonio nos inspire a seguir el plan de Dios en nuestra vida! 🙏
Hoy, 30 de mayo, la Iglesia Católica celebra a Santa Juana de Arco, campesina, heroína y mística francesa del s. XV. Durante muchos siglos su figura fue motivo de controversia hasta que, gracias a una mirada más amplia y fidedigna, la “Doncella de Orleans” fue reivindicada y su santidad reconocida.
Siendo muy joven, Juana comprendió que siendo nuestra naturaleza frágil y débil, también es capaz, con la gracia de Dios, de alcanzar las cumbres de la virtud y la nobleza de espíritu.
Ella ayudó a cambiar los corazones de quienes dejando de lado miedos y mezquindades, defendieron los dones recibidos de Dios. “Yo no he hecho nada que no me haya sido ordenado por Dios o por sus ángeles”, dijo a los que le condenaron a muerte.
Ella nació en 1412 en Domrémy, Francia, y fue una niña pobre que recibió el tesoro de la fe en Jesucristo. A pesar de su juventud, tuvo una relación cercana con el Señor y fue piadosa y caritativa.
Cuando Inglaterra invadió Francia, se sintió llamada a salvar a su país y tuvo experiencias místicas: San Miguel Arcángel, Santa Catalina de Siena y Santa Margarita se le aparecieron y le encomendaron, en nombre de Dios, “salvar a Francia”.
Ella entiende que es la Providencia divina quien la ha elegido, así que emprende el camino para encontrarse con Carlos VII, el Delfín francés, a quien convenció de enviarla con sus tropas, liderando la expedición en Orleans.
Con confianza en Dios, logró una victoria, que fortaleció al Delfín y lo llevó a ser coronado rey, con el nombre de Carlos VII. Pero luego Juana fue apresada, sometida a un juicio injusto y condenada a muerte por herejía.
Murió valientemente mirando la cruz y pronunciando el nombre de Jesús. Años después, fue reivindicada y canonizada por el Papa Benedicto XV en 1920. Hoy es Patrona de Francia.
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