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¿Cómo podemos entender el sufrimiento de Cristo en la Cruz y cuáles son sus frutos según la fe católica?
A pesar de que Jesús falleció relativamente temprano, las 18 horas de su agonía estuvieron llenas de un increíble trauma, dolor y sufrimiento. Mientras Jesús estaba suspendido en la cruz, se fue debilitando cada vez más. Su presión arterial disminuyó gradualmente, su frecuencia cardíaca aumentó y se volvió errática, y su respiración se volvió superficial y trabajosa como resultado de un shock progresivo. Alrededor de la novena hora (3 p.m.) expresó: “Ahora todo está cumplido”. “Entonces inclinó la cabeza y entregó su espíritu” (Juan 19,30). La muerte de Cristo en la Cruz es uno de los misterios más profundos de nuestra fe. Por algo dijo san Pablo: “Mientras los judíos piden milagros y los griegos buscan sabiduría, nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero fuerza y sabiduría de Dios para los que han sido llamados, tanto judíos como griegos”. (1 Corintios 1,22-24). Este “escándalo” también explica la especie de urgencia que algunos sienten de eliminar lo “escandaloso” de la Cruz, por ejemplo, usando el recurso que usó el sacerdote que se menciona en esta consulta; en tal caso, el argumento va de esta manera: la muerte de Cristo no era algo que Dios quería sino solo el resultado de las decisiones erróneas de los contemporáneos del Señor. Cosas parecidas han dicho autores de gran renombre actualmente, como el sacerdote y teólogo español José Antonio Pagola. La fe, así presentada y falsificada, resulta bastante más fácil de aceptar porque produce menos choque en nuestra mente. Cuidado con acabar con una fe desconectada. El problema es que cuando uno busca una fe formulada de modo que no moleste termina con una fe falsa y desconectada de la Escritura. Como bien se ve en el pasaje de Getsemaní, es la voluntad del Padre la que se realiza, y esa voluntad implica beber ese “cáliz” amarguísimo. También la Carta a los Hebreos dice que Cristo “aprendió sufriendo a obedecer” (Hebreos 5,8), y según ello, habría que terminar diciendo que Cristo obedecía a los que estaban equivocados tomando malas decisiones que lo afectaron a Él. Con un problema todavía más grave a la vista: ¿No se supone que a Cristo le interesa la voluntad del Padre por encima de todo? Si entonces ve que algunos de sus contemporáneos toman decisiones, ¿cómo es que entra en el juego de esa equivocación de ellos en lugar de defender lo que se supone que sí era la voluntad del Padre, o sea, supuestamente, que Él no sufriera? Uno se da cuenta de que la explicación que se quiere dar, lejos de aclarar, complica las cosas y sobre todo oscurece el sentido del sacrificio de Cristo. ¿Qué hay que decir? ¿Es que Dios Padre era una especie de desquiciado perverso que quería que su Hijo sufriera? En el caso del sufrimiento siempre hay que preguntar por qué y sobre todo: PARA QUÉ. Incluso los sádicos y los masoquistas buscan causar o padecer el dolor con un PARA QUÉ, que en el caso de ellos es una especie de placer morboso. Al acercarnos al sufrimiento atroz de Cristo es posible, ciertamente, descubrir varios de los frutos inmensos, valiosos y permanentes. 4 puntos claves para entender el sufrimiento en la cruz de Jesucristo El momento del dolor nos desconcierta, y ese desconcierto no es malo porque nos saca de nuestra zona mental de confort. A continuación 4 claves que te ayudarán a entender un poco el misterio del sufrimiento de Cristo en la Cruz. 1. Del dolor y el sufrimiento, Dios saca frutos buenos. Pero más allá del tiempo del padecer están los frutos, y son esos frutos los que explican en qué sentido y POR QUÉ podría querer Dios Padre que su Hijo sufriera de un modo tan bárbaro. Por ejemplo: el dolor de la Cruz es pedagogía preciosa que saca a luz la realidad del pecado. Ya que es estrategia predilecta del pecado, obrar en las sombras y disimularse en el anonimato, ¡qué bien nos hacen las llagas que con su escándalo nos muestran qué causa el pecado en el corazón humano y sobre todo en las vidas de otros, que son inocentes! Esa denuncia hecha con sangre es un fruto bueno y necesario que ha servido para conversión de muchos. 2. El dolor de la Cruz revela el extremo del amor de Cristo. Ver que quien es tan maltratado ora por sus torturadores saca a luz el pecado de los verdugos, pero revela aún más la paciencia y misericordia del Crucificado. De ese nivel tan alto y tan profundo de amor no hubiéramos tenido tan clara noticia sin la Cruz. Admitido que es un camino extremo, pero es que es extrema la obstinación del pecado de la humanidad entera. 3. El dolor de la Cruz da sentido a nuestros dolores. Un Cristo sin sufrimiento podría darnos muchos consejos bonitos, pero, como saben bien quienes padecen, el sufrimiento cierra nuestros oídos, dejando apenas una rendija por la que, si acaso estamos dispuestos a oír algo, es de aquellos que saben de verdadera tortura. Lo demás nos parece teoría vana, en esas circunstancias. El Crucificado ha querido acercarse con ternura a todos los que sufren que así pueden verlo como verdadero hermano y compañero de camino. 4. El dolor de la Cruz nos hace realistas en cuanto a la misión. Todo misionero debe saber que en algún momento sus iniciativas de bondad se estrellarán contra la ingratitud y el odio puro que brota del demonio. Sin tener al Crucificado a la vista, el desconcierto y el desánimo acaban con cualquier buena intención de los evangelizadores y predicadores. Y aún hay otras razones que cada uno puede ir descubriendo para entender que Dios Padre no quería el sufrir por el sufrir, sino el sufrir que lleva tan abundante y magnífico fruto. Oración para rezar ante un crucifijo. Aquí estoy, oh amable y dulcísimo Jesús, ante tu rostro me arrodillo humildemente, y con el más ferviente deseo del alma, te ruego y suplico que imprimas en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadera contrición por mis pecados y un firme propósito de enmienda. Con profundo afecto y dolor de alma, reflexiono dentro de mí, contemplando mentalmente Tus cinco heridas, teniendo ante mis ojos las palabras que el Profeta David dijo sobre Ti: “Han traspasado mis manos y mis pies, han contado todos mis huesos”. Amén. Oración a la Santa Cruz. Oh, adorable Señor y Salvador Jesucristo, has sufrido la muerte en la cruz por nuestros pecados. ¡Oh, Santa Cruz de Jesús, sé mi verdadera luz!Oh, Santa Cruz, llena mi alma con buenos pensamientos.Oh, Santa Cruz, aleja de mí todo lo que es malo.Oh, Santa Cruz, aleja de mí todos los peligros y las muertes y dame la vida eterna.Oh, Jesús Crucificado de Nazaret, ten piedad de mí ahora y siempre. En honor de la Preciosa Sangre de Jesús, su muerte, resurrección y ascensión que lleva a la vida eterna; cierto como Jesús nació el día de Navidad; cierto como Jesús fue crucificado el Viernes Santo; cierto como José y Nicodemo bajaron a Jesús de la cruz y lo enterraron; cierto como Jesús ascendió al Cielo; que me preserve de mis enemigos visibles e invisibles para siempre. ¡Oh, Señor Jesucristo, ten piedad de mí! María y José rueguen por mí. Señor Jesucristo, a través de tu sufrimiento la Cruz dame la fuerza para llevar mi Cruz sin miedo o temor y dame la gracia de poder seguirte. Amén.
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