S t. Se sabía que Angela Merici decía: “El desorden en la sociedad es el resultado del desorden en la familia”.
Para nosotros puede ser tentador pensar que la única forma de cambiar la trayectoria del mundo es promulgar leyes que mejoren la sociedad. Si bien la legislación puede contribuir a ese fin, el núcleo del problema es mucho más profundo.
Los santos en particular mirarían el estado del mundo y señalarían la solución que resolvería todos nuestros problemas en la sociedad.
S t. Angela Merici, por ejemplo, solía decir: “El desorden en la sociedad es el resultado del desorden en la familia”. Este dicho dio forma a la forma en que ella abordó su ministerio, e hizo todo lo que pudo para poner orden en la familia de cualquier manera que pudo.
S t. Juan Pablo II compartía esta mentalidad y era bien conocido por repetir un dicho similar. Dijo en una visita a Australia: “Como va la familia, así va la nación, y así va todo el mundo en el que vivimos”.
Amplió esta idea en su exhortación apostólica, reforzando esta idea de reformar la familia para reformar el mundo.
La virtud y la oración deben comenzar en la familia, donde los niños las aprenden primero. Si no aprenden esos valores de sus padres, es posible que nunca los aprendan, o que los aprendan mucho más tarde en la vida.
Los santos nos desafían hoy a ver cómo podemos impactar al mundo comenzando con nuestra familia.
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