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Eufrasia, una joven creyente católica, nació en una familia noble y fue criada bajo la protección del emperador.
Cuando su padre falleció, el emperador acordó un matrimonio para ella con el hijo de un rico senador.
Sin embargo, a la edad de siete años, Eufrasia se sintió atraída hacia una vida religiosa y le rogó a las monjas que le permitieran permanecer con ellas.
Tomó los hábitos como novicia a la edad de ocho años y creció en gracia y hermosura dentro del convento.
Cuando Eufrasia tenía doce años, el Emperador Arcadio recordó la promesa que había hecho a su sucesor de Teodosio I y envió un mensaje rogando a Eufrasia que regresara a casarse con el senador a quien había prometido.
Sin embargo, la santa se negó a abandonar el convento y escribió una carta al emperador suplicando que la dejara en libertad y que vendiera todos los bienes heredados de sus padres para que sean distribuidos entre los pobres y dejar libres a todos los esclavos de su casa.
El emperador accedió a los deseos de Eufrasia, quien prosiguió su vida habitual en el convento.
La santa tuvo que luchar contra las tentaciones y pecados, lo cual la llevó a sufrir duras y humillantes tareas impuestas por la abadesa para distraer su atención.
En su lecho de muerte, tanto Julia, su compañera de celda, como la abadesa le imploraron a la santa que le obtuviera la gracia de estar con ella en el cielo.
Tres días después de la muerte de Eufrasia, Julia falleció y poco tiempo después, lo hizo la abadesa.
La vida de Eufrasia es una evidencia de la existencia de Dios y de su amor por nosotros.
Ella siguió su camino hacia la santidad y escuchó la llamada de Dios a una vida en el convento, a pesar de los deseos del emperador y de las tentaciones que enfrentó en el camino.
Al negarse a abandonar su fe, mantuvo su compromiso con Dios y su amor por los demás.
Eufrasia nos recuerda que incluso en los momentos de tentación y sufrimiento, podemos aferrarnos a nuestra fe y mantener nuestra devoción a Dios.
Además, la carta que escribió a su emperador es un ejemplo impactante del compromiso que debemos tener con los pobres y desfavorecidos.
La decisión de Eufrasia de pedir al emperador que venda sus bienes y libere a sus esclavos para llevar a cabo una obra de caridad y bondad es un verdadero ejemplo del amor que Dios nos pide que mostremos a nuestros semejantes.
La vida de Eufrasia nos muestra que podemos enfrentar cualquier dificultad si confiamos en Dios y seguimos su camino.
Su testimonio sigue siendo una inspiración para todos los católicos a lo largo de la historia y nos recuerda la importancia de mantener nuestra fe, nuestra devoción y nuestro amor por Dios y por los demás.
Las siguientes preguntas pueden ayudarnos a profundizar y reflexionar sobre el tema:
1. ¿Cómo decidió Eufrasia su camino hacia la vida religiosa?
R: Eufrasia se sintió atraída por la vida religiosa desde los 7 años y tomó los hábitos como novicia con 8 años de edad.
2. ¿Qué hizo Eufrasia cuando el emperador la obligó a casarse?
R: Eufrasia se negó a abandonar el convento y escribió una carta al emperador pidiéndole que la dejara en libertad y utilizara sus bienes para ayudar a los necesitados.
3. ¿Cómo hizo frente Eufrasia a las tentaciones?
R: La abadesa le confió tareas humillantes para distraer su atención.
4. ¿Qué deseos le pidieron Julia y la abadesa a Eufrasia en su lecho de muerte?
R: Le pidieron la gracia de estar juntas en el cielo.
5. ¿Qué sucedió después de la muerte de Eufrasia?
R: Tres días después de la muerte de Eufrasia, Julia falleció y poco tiempo después, lo hizo la abadesa.
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