El **** en el matrimonio es bendecido por Dios.

Sea tu fuente bendita, alégrate con la esposa de tu juventud. Cierva encantadora, graciosa gacela, que sus pechos te embriaguen siempre y continuamente te deleite su amor (Pr. 5, 17-18)

En el matrimonio, la intimidad conyugal cuenta con la bendición de Dios, y no es ningún pecado, pues para eso estableció Dios el matrimonio, siempre cuando sea realizada según el mandato de Dios.

La Iglesia lo define así la intimidad conyugal: El creador estableció que en esta función de generación, los esposos experimentasen un placer y una satisfacción del cuerpo y del espíritu. Por tanto, los esposos no hacen nada malo, procurando este placer y gozando de él. Aceptan lo que el creador les ha destinado. Sin embargo, los esposos deben saber mantenerse en los lìmites de una justa moderación (CIC 2362).

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