Me dirigió Yahvé la palabra en estos términos:
Antes de haberte formado yo en el vientre, te conocía; antes de que nacieses, te había consagrado yo profeta; te tenia destinado a las naciones (Jr 1, 4-5).

Cada niño que se forma dentro de su madre es un proyecto eterno del Padre Dios y de su amor eterno... cada niño está en el corazón de Dios desde siempre, y en el momento en que es concebido se cumple el sueño eterno del creador. Pensemos cuanto vale ese embrión desde el instante en que es concebido. Hay que mirarlo con esos ojos de amor del Padre, que mira más allá de toda apariencia. (Amoris Laetitia 168, encíclica del Papa Francisco I).

Valoremos a los niños en el vientre materno y valoremos a las mujeres embarazadas porque estan cumpliendo la voluntad de Dios.

image