Santos místicos de la Iglesia Católica Parte 1

En nuestra religión han habido muchos hombres y mujeres que han visto y escuchado cosas que normalmente no se puede, aquí les presento algunos de ellos para que aprendamos más sobre nuestra fe

 SANTOS MISTICOS DE LA IGLESIA CATOLICA 

PARTE 1

 
 

Amigos míos como cada sábado les traigo un articulo sobre algún tema en especifico para que aprendamos mas sobre nuestra fe, nuestras creencias y nuestra historia. En esta ocasión les propongo que veamos acerca de los diferentes santos místicos que ha tenido la Iglesia Católica, para que empecemos veamos que significa la palabra místico

 
 
¿QUE ES MISTICO?
 
 
Lo místico es aquello vinculado a lo divino o a lo espiritual. En este sentido, el concepto resulta opuesto a lo terrenal o a lo racional.
 
 
En otras palabras y para que entendamos mejor, cuando hablamos de alguien místico nos referimos a que una persona puede ver o sentir cosas que normalmente no somos capaces de sentir o de ver, no confundamos lo místico con las alucinaciones, son dos definiciones totalmente distintas, las alucinaciones podríamos decir que pertenecen al ámbito de la ciencia ya que son cosas de la mente mientras que cuando hablamos de místicos estamos en el ámbito de lo sobrenatural y de la religiosidad
 
Ya que hemos entendido un poco mas que es lo místico ahora si podemos hablar de santos místicos, como les decía mas arriba, una persona mística es aquella que ve y siente cosas que normalmente no se ven ni se sienten; así que si decimos Santos místicos nos referimos a aquellos hombres y mujeres que han sido proclamados santos por la Iglesia y que Dios les concedió la capacidad de ver hechos del pasado o del futuro y vaya mis amigos que en la religión católica tenemos cantidades de santos místicos, por eso esta es la primera parte de este tema, los invito apreciados lectores a que hagamos un recorrido por los santos mas famosos que vieron cosas que Dios les permitió ver:
 
 
 
 
1. SANTA CATALINA DE SIENA;
 
 
 

 
 
Entre sus muchas visiones se destaca su visión del infierno y del purgatorio, aquí un pequeño aparte de sus palabras:
 
 
»-Sepa, Padre -me contestó-, que mi alma penetró en un mundo desconocido y vio el premio de los justos y el castigo de los pecadores. Pero aquí me falla la memoria y la pobreza del lenguaje me impide hacer una descripción adecuada de esas cosas. Sin embargo le diré lo que pueda. Tenga la seguridad de que vi la ESENCIA divina y por eso sufro tanto al verme de nuevo encadenada al cuerpo. Si no me lo impidiese el amor a Dios y al prójimo, moriría de dolor. Mi gran consuelo está en sufrir porque tengo la seguridad de que mis sufrimientos me permitirán una visión más perfecta de Dios. De aquí el que las tribulaciones, en lugar de resultarme penosas, constituyen para mí una delicia. Vi los tormentos del infierno y los del purgatorio; no existen palabras con que describirlos. Si los pobres mortales tuvieran la más ligera idea de ellos, sufrirían mil muertes antes que exponerse a experimentar uno de esos tormentos por espacio de un solo día. Vi en particular los tormentos que sufren aquellos que pecan en el estado del matrimonio no observando las normas que él impone y buscando en él únicamente los placeres sensuales». Y como yo le preguntase por qué este pecado, que no es en sí peor que los demás, recibe tan duro castigo, me dijo: «-Porque se le presta poca atención y por consiguiente produce menos contrición y se comete con mayor facilidad. Nada hay tan peligroso como una falta, por pequeña que sea, cuando quien la comete no la purifica cuidadosamente con las aguas de la penitencia».
 
 
 
 
 
2. SAN JUAN BOSCO:
 
 
 
 
 
 
 
Al conocido don Bosco también Dios le concedió tener una visión del infierno:
 
 
 
Los lazos colocados en el suelo parecían de estopa, apenas visibles, semejantes a los hilos de la araña y, al parecer, inofensivos. Y con todo, pude observar que los jóvenes por ellos prendidos caían a tierra. Yo estaba atónito, y el guía me dijo: —¿Sabes qué es esto? —Un poco de estopa— respondí. —Te diría que no es nada —añadió—; el respeto humano, simplemente. Entretanto, al ver que eran muchos los que continuaban cayendo en aquellos lazos, le pregunté al desconocido: —¿Cómo es que son tantos los que quedan prendidos en esos hilos? ¿Qué es lo que los arrastra de esa manera? Y él: —Acércate más; obsérvalo bien y lo verás. Lo hice y añadí: —Yo no veo nada. —Mira mejor— me dijo el guía. Tomé, en efecto, uno de aquellos lazos en la mano y pude comprobar que no daba con el otro extremo; por el contrario, me di cuenta de que yo también era arrastrado por él. Entonces seguí la dirección del hilo y llegué a la boca de una espantosa caverna. Y me detuve porque no quería penetrar en aquella vorágine y tiré hacia mí de aquel hilo y noté que cedía, pero había que hacer mucha fuerza. Y he aquí que después de haber tirado mucho, salió fuera, poco a poco, un horrible monstruo que infundía espanto, el cual mantenía fuertemente cogido con sus garras la extremidad de una cuerda a la que estaban ligados todos aquellos hilos. Era este monstruo quien apenas caía uno en aquellas redes lo arrastraba inmediatamente hacia sí. Entonces me dije: —Es inútil intentar hacer frente a la fuerza de este animal, pues no lograré vencerlo; será mejor combatirlo con la señal de la Santa Cruz y con jaculatorias.
 
 
 
 
 
3. SANTA BRIGIDA:
 
 
 
 
 
 
 
A esta santa, la Virgen María se le presento en repetidas ocasiones, aquí un tramo de lo que le decía:
 
 
 

Cuando me anunció el ángel, dice la Virgen a la Santa, que nacería de mí el Hijo de Dios, al punto que hube consentido, sentí en mí una cosa sobrenatural y admirable, y en seguida fuí a ver a mi parienta Isabel, para aliviarla porque estaba encinta, y para hablarle de lo que me había anunciado el ángel. Y como esta me saliese al encuentro junto a la fuente, y nos diésemos mutuos abrazos, llenóse de regocijo el niño en su vientre y daba saltos de una manera admirable y visible. Yo también sentí en mi corazón muy extraña alegría, de modo que mi lengua habló impensadas palabras acerca de Dios, y mi alma apenas podía comprender de júbilo.

 

Como se admirase Isabel del fervor del Espíritu que en mí hablaba, y no me admirara yo menos de la gracia de Dios que veía en ella, permanecimos en pie por algún tiempo bendiciendo al Señor. En seguida comencé a pensar cómo y con cuánta devoción debería yo conducirme después de una gracia tan grande como el Señor me había hecho; qué habría de responder, si me preguntaran cómo había concebido; quién fuese el padre del niño que había de nacer; o si acaso José, por instigaciones del demonio sospechara mal de mí.

 

 

 

 

 

4. SAN PIO DE PIETRELCINA:

 

 

 

 

 

 

 
 
 
 
A este gran Santo el mismo Jesús le dio una serie de mensajes, aquí uno de ellos que puede parecer muy tenebroso pero recordemos que siempre debemos confiar en el Señor:
 
 
 

 

Una y otra vez he avisado a los hombres y a menudo les he dado oportunidades especiales para volver al verdadero camino, pero ahora la perversidad ha alcanzado su punto máximo y el castigo no puede aplazarse por más tiempo…Decid a todos los hombres que ha llegado el tiempo en que todas estas cosas se cumplirán. Mi bien amado, tened confianza que estoy entre vosotros. Mi reino será glorificado, y Mi nombre será bendito desde la salida hasta la puesta del sol y Mi reino no tendrá fin. Rogad, haced reparación, sed fervientes y mortificados. Muchas cosas están en peligro. Rogad….Mantened las ventanas bien cubiertas. No miréis fuera. Encended una vela bendita que bastará para muchos días. Rezad el Rosario, leed libros espirituales y haced actos de amor que tanto Nos agradan. Rezad con los brazos extendidos o postrados sobre el suelo de manera que se puedan salvar muchas almas.

 
 
 
 
5. BEATA ANA CATALINA EMMERICK:
 
 
 
 
 
 
 
 
Esta Santa mujer ha sido una de las santas que mas visiones Dios le concedió, vio la pasión del Señor, aquí un fragmento 

 

 

Llegaron a la puerta de una muralla vieja interior de la ciudad. Delante de ella
hay una plaza, de donde parten tres calles. En esa plaza, Jesús, al pasar sobre
una piedra gruesa, tropezó y cayó; la cruz quedó a su lado, y no se pudo
levantar. Algunas personas bien vestidas que pasaban para ir al templo,
exclamaron, llenas de compasión: «¡Ah! ¡El pobre Hombre se muere!» Hubo
algún tumulto: no podían poner a Jesús en pie, y los fariseos dijeron a los
soldados: «No podremos llevarlo vivo, si no buscáis un hombre que le ayude a
llevar la cruz». Vieron a poca distancia un pagano, llamado Simón Cirineo,
acompañado de sus tres hijos, que llevaba debajo del brazo un haz de ramas
menudas, pues era jardinero y venía de trabajar en los jardines situados cerca
de la muralla oriental de la ciudad. Estaba en medio de la multitud, de donde no
podía salir, y los soldados, habiendo reconocido por su traje que era un pagano
y un obrero de clase inferior, le tomaron y le mandaron que ayudara al Galileo a
llevar su cruz. Primero rehusó, pero tuvo que ceder a la fuerza. Sus hijos
lloraban y gritaban, y algunas mujeres que los conocían los recogieron. Simón
sentía mucho disgusto y repugnancia a causa del triste estado en que se
hallaba Jesús, y de su ropa toda llena de lodo. Mas Jesús lloraba, y le miraba
con ternura. Simón le ayudo a levantarse, y al instante los alguaciles ataron
sobre sus hombros uno de los brazos de la cruz. Él seguía a Jesús, que se
sentía aliviado de su carga. Se pusieron otra vez en marcha. Simón era un
hombre robusto, de cuarenta años; sus hijos llevaban vestidos de diversos
colores. Dos eran ya crecidos, se llamaban Rucio y Alejando; se reunieron
después a los discípulos de Jesús. El tercero era más pequeño, y lo he visto
con San Esteban, aun niño. Simón no llevó mucho tiempo la cruz sin sentirse
penetrado de compasión.
 
 
 
 
Recordemos que estas visiones y revelaciones son por gracia de Dios y han pasado muchos años de estudio e investigación para que sean aprobadas por la Iglesia
 
El próximo sábado les traeré la segunda parte de este tema, gracias por leer y estar aquí, mil bendiciones para todos. 

David Santiago Ramirez Castro

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